Soledad nocturna
viernes, 31 de julio de 2009
Ahora duermo sola en la misma cama que los últimos meses compartimos él y yo. Desde el día que se fué, intenté disminuir el dolor de entrar a mi cuarto, cambiando su decoración. Las siguientes tres semanas fui lo más pulcra que jamás he sido, con tal de ver impecable y más agradable el espacio.
No imagino que el dolor hubiera podido ser mayor de no haber hecho esas cosas. Durante una semana, desperté en la madrugada, siempre a las 6:00 a.m., y sin pensar nada en especial, empezaba a llorar. Un llanto especial de esa hora que venía de sentir y recordar que estaba en esa cama sola y así iba a seguir.
Sigo en esa misma cama, que cada vez hago más mía y menos de "nosotros", aún así, dormir sola ha dejado de ser tan disfrutable como cuando había un marido por venir a ella algún día.