Soltera
sábado, 14 de noviembre de 2009
Según las leyes mexicanas, solo hay dos estados civiles: soltera y casada. Esta semana fui al juzgado a ratificar mi firma, con ello terminaron mis esfuerzos por quedar divorciada. En unos días sale la sentencia y en un par más, el acta de divorcio. Mi abogada dice que ya puedo poner en facebook que soy soltera.
De pronto tengo la impresión de que pospuse muchas cosas para cuando sucediera esa firma, y no recuerdo concretamente ninguna. Pensé que tal vez después de ese día me sentiría distinta, y no. Lo repito y lo repito, pero no lo asimilo. Doy la noticia en una expresión de gusto, cuando en realidad lo que siento es "menos peso".
Hoy cuando se lo conté a una amiga por teléfono, me respondió:
- Aunque uno quiera el divorcio, firmar duele, ¿verdad? a mi me pasó.
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Sentí que se caía mi teatro de todo está bien y todos estamos felices. Si, le respondí.
Aunque yo en realidad no sentí una opresión intensa de corazón al firmar, sino uno o dos días después cuando recordé a mi ex, el cómo solía llamarme en cada situación y el como me abrazaba para quedarse así dormido, no sin antes repetir la frase: "esta es la mejor parte del día". Al recordar, sonreí, porque eran momentos lindos, que me daban paz, y lo de los apodos, me hacían gracia siempre. Un segundo después de la risa, fue cuando se oprimió mi corazón y en una ráfaga de tiempo entendí que había acabado definitivamente.
No caí de ánimo, solo me dió miedo llegar a olvidar los momentos bonitos que viví junto a él. ¡Que risa! Es como cuando alguien muere, se habla de él como si fuera un santo, y ahora que ya me divorcié quiero venir a decir que todo fue maravilloso. Suena así, pero no, no es así.
Un día antes de ir a firmar, lloré mucho y cuando terminé decidí algo, decidí dejar ir. Y así ha sido, desde entonces solo hubo despedida, agradecimientos y liberación. Adiós, gracias y sentir que ya no hay conflicto en mi vida. Estos días no he vuelto a sentir rabia, ni he tenido ganas de culparlo. Es el único cambio que distingo hasta ahora. Hoy volví a pensar al respecto, y concluí que la soltería no se siente sino que se ejerce. Veremos.