No sé cuándo se toca fondo

lunes, 21 de septiembre de 2009

Los primeros amaneceres sola fueron dolorosos, era sólo abrir los ojos, no pensar en nada, solo sentir espacio en mi cama, espacio en mi cuarto, en mi vida y llorar. No lloraba yo consientemente, eran mis ojos que obedecían a mi adolorida alma. Tiene razón Peter al decir que vienen muchas "primeras" experiencias que resultarán dolorosas. Incluso a mí que estoy en una situación mucho más clara y a punto de firmar el divorcio, me amenazan con que falta mucho dolor.

Tal y como hice al principio, prefiero no pensar en los dolores futuros. Si, Peter, la filosofía de "un día a la vez" sirve. ¿Recuerdas los días en que rogaba que el día se terminara? ¿Recuerdas que me consoloba pensar que mañana sería otro día? Pues recuerda que siempre fue otro día para mí.

Ahora estoy de visita con la familia y eso me ha servido para olvidarme del divorcio, del futuro exmarido y de lo seco, frío y resentido que se volvió conmigo el hombre más dulce del mundo. Ha habido un par de momentos en que recuerdo que mi familia ya no existe. Nueve o diez años alrededor de una sola persona, nueve o diez años de alguien alrededor mío, se fueron. Y me es difícil decir que se fueron solo al pasado. A veces, creo que se fueron a la basura.

Cuando pienso en ello, me siento terriblemente sola. Mi mamá, mis hermanas y demás familia desean readoptarme pero siempre está esa sensación parasitante. Supongo que un día estaré de nuevo a cargo de mi vida, mientras, me dejo querer, acepto que necesito compañía, que debo distraerme y que poco a poco debo dejar de pensar más en el presente y futuro, y menos en el pasado.

Un día de éstos recibí un mensaje del marido preguntándome en qué juzgado estaba la demanda, que qué folio tenía de recepción, que había buscado en varios juzgados y no había nada. Al leer el email me llené de rabia, imaginé que él dudaba que yo hubiera metido la demanda, como sino quisiera divorciarme de él. Me desagradó su presunta petulencia. Le contesté con las víceras y respondió que sólo quería saber cuándo era la junta de aveniencia para comprar su boleto de regreso a donde vivíamos. Me sentí tonta y perseguida. Me dí cuenta que también tengo mucho coraje. Que además del dolor, yo misma me comporto fría, seca y resentida.

No quiero. No me gusta ser la consecuencia de nada, mucho menos del pasado. Quiero ser el resultado de mis aprendizajes. Quisiera tener claro qué aprenderé de estos diez años. Quisiera acortar el proceso de aprendizaje. Intento relajarme y pensar: Un día a la vez. Hoy toca disfrutar el día de hoy, huir un poco de mi propia miseria y regocijarme de las cosas lindas que tengo alrededor. Sonrío. No es que haya acabado todo, que ya haya tocado fondo, es sólo que la procesión va por dentro.

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