Tarda tiempo en sanar

lunes, 7 de septiembre de 2009

Había platicado con amigas en grupo, les había contado de mis últimos dos meses y de cómo fueron los últimos tiempos con mi ex marido. Por la irreverencia que se apodera de mi, los detalles los he contado en un tono sarcástico que se coronaba exitósamente cuando me decían que me veían muy bien, que mi ánimo era perfecto.

Si, mi ánimo es bueno cuando solo sobrevivo, cuando vivo el día relajadamente, mientras pase el tiempo distraída o dormida. El resto del tiempo me siento sola como jamás me había sentido, con una soledad tan grande que no me imagino cómo desaparecerá un día. Triste porque mi matrimonio se terminó no había estado.

Sólo un par de veces he hablado seriamente sobre lo que sucedió con mi matrimonio. Bien dicen que la pareja es la única que sabe lo que pasa en ella. Es difícil resumir en unos minutos los momentos clave que me llevaron a pensar en separarme de el. Es difícil contar que entre esos momentos hubo muchos otros en los que había paz. Ante la noticia de un divorcio, la gente quiere escuchar historias de terror. Y de esas yo no tengo.

Que eramos los mejores amigos, pero no pareja sentimental. Que yo me sentía feliz y, a la vez, incompleta. Que a veces extrañaba lo que era amar y ser amada. Que el se empezó a cansar y que cada vez fue menos sutil. Que ya le había pedido que nos divorciaramos, pero que no lo había convencido.

Ayer mi nueva terapeuta alternativa me hizo la pregunta: "¿Qué es lo que más te duele?". Tardé en responder, pero las lágrimas corrieron a penas terminó la pregunta. Volví a sentir el golpe intenso y permanente en el pecho. "El rechazo", respondí. Volví a sentir mi corazón herido. Quise correr, llegar a mi cuarto y llorar libremente. No salí corriendo, ni lloré libremente. Me controlé y entendí que me faltaba tiempo para poder sanar.

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