Cita de reconciliación

domingo, 9 de agosto de 2009

El día que imaginaba que apenas amaneciera, el estaría aquí en la puerta esperando por una respuesta, es completamente diferente. Fue hasta el medio día cuando llamó, lo cual agradezco porque es domingo. Me preguntó si estaba bien que nos vieramos a las 2:00 p.m.

Quince minutos antes de la hora, cuando según mis cálculos el debería estar bajando del autobus en el centro de la ciudad, me llamó. ¡Que no había agua caliente en su casa! Que si había algún problema si lo esperaba media o tal vez una hora completa.

- ¡No, que va! No me importa en lo absoluto. No me importa esperar porque, en realidad, ya no espero nada de ti.

Esta bien. No le contesté así, pero mi alter ego si lo hizo. Y es ese mismo el que escribe ahora. El que muestra enojo. Ese ser que de pronto dice que ya le da importancia a las cosas, que lo más importante en el mundo soy yo, hace lo que siempre: mostrarse ligero.

- Si ya no espero que llegues a cenar conmigo. Si ya no espero que te dejes seducir. Si ya no espero que dejes la televisión por reir conmigo. Si perdí toda esperanza de que me enamores. Menos me va importar si te tardas una hora o una eternidad en aparecerte en mi puerta.

Me encantaría decírselo y sonreír mientras, como sólo una cabrona lo sabría hacer.

- Para mi, la cita de hoy no era necesaria. Ya no hay nada que hablar, a mi envíáme por correo, con un propio o tu perro, los papeles del divorcio y punto. Fuiste tu quien envió el mensaje a mi celular hablando de esperanza, de amor y de una plática para dos semanas después. Yo sólo acepté porque bien dicen que a los condenados no se les puede negar un último deseo.


Si, ya sé, tal vez me paso en mis diálogos imaginarios. Pero es que si me puede alterar su actitud de hoy y de siempre. Mucho amor, mucha buena intención, mucha cara de buena persona pero con una tibieza que enferma. Creo que este hombre me agrada más cuando reclama que le he sido infiel, en esos momentos, al menos, muestra que tiene algo más que atole en las venas.

Ya limpié mi habitación y barrí el departamento. Me falta lavar los trastes y no lo voy a hacer. Esta hora que falta para que llegue, además de escribir estas líneas, la usaré para leer, escuchar música y relajarme. En realidad, me importa un cacahuate si opina que la cocina está sucia.

A pesar de todo, estoy agradecida con él. Con estas cositas suyas no hace más que recordarme por qué es que quiero armar una vida lejos de él. La tibieza nunca ha sido lo mío. Así que ¡NEXT! firmemos y démonos la mano, porque ya es lo único que nos podemos dar.

0 comentarios:

Publicar un comentario

  © Blogger template The Professional Template II by Ourblogtemplates.com 2009

Back to TOP