Leven anclas

domingo, 23 de agosto de 2009

No estoy segura desde cuándo soy o empezaré a ser libre. Cuando decidí que era el último intento de que mi matrimonio retomara una dinámica distinta, empecé a dejar que se debilitaran los lazos. Muchos otros, se rompieron cuando ese intento falló.

Supe que no habría otro camino, que esa familia en meses o años, se rompería. Fuí rompiendo barreras mentales, empecé a soñar con una vida distinta y a imaginar otras maneras de ser amada.

Creo que fue hace dos meses cuando empezamos a vivir en diferente casa cada uno. Fue un paso importante, donde dejó de existir la rutina en común. Hace unos días firmamos la demanda de divorcio y pensé que ahí se rompería todo.

Sin embargo, sigo atada. Al menos eso me dijeron ayer. Que no parezco libre, que ni siquiera luzco feliz. Que pretendo que me vean feliz, pero que no lo soy. Que sigo teniendo en mi actitud la pesadez de un yugo y que en mi mirada hay el nombre de un hombre.

Lo negué, pero no convencí siquiera al reflejo en la ventana. De pronto me vi rodeada de anclas. Anclas de lo que soy ahora después de treinta y cinco años de vida y de lo que he sido como pareja durante casi ocho años. Creí que un divorcio significaba borrar la historia, pero la vida no es tan matemática. En cambio, esta llena de aprendizajes y retrocesos como persona.

De una plática de fiesta, se desató intenso análisis en mí. No, no tengo el nombre de mi exmarido en mi mirada. No es cierto que me sigo sintiendo casada. Tampoco lo es que pretenda convencer a los demás de que soy feliz.

En parte, lo que me pasa es que ni estoy casada ni estoy divorciada. Estoy en un proceso de transición que no sé a donde va a ir a parar. No sé si cuando el juez dicte el divorcio me sentiré divorciada o soltera.

Por otro lado, no sé muchas cosas de las que vienen y eso le haría perder la mirada de pronto, aún en medio de una fiesta. También, me cuesta mucho no expresar lo que siento. Pero en esta vida de adultos a veces así debe ser. Se pretende no sentir, y si por accidente se siente, habrá que ser discreto para no incomodar a nadie. Ser así, ser políticamente correcta, me llega a lastimar.

En fin, hoy tengo anclas pero entiendo que no todas vienen del yugo matrimonial. Las tengo porque he madurado, porque me he vuelto egoísta y perezosa, porque me lleno de miedo cuando pienso en más allá de un día, porque me quemé jugando con fuego y por otras ciento de cosas que me faltan por descifrar.

0 comentarios:

Publicar un comentario

  © Blogger template The Professional Template II by Ourblogtemplates.com 2009

Back to TOP