Si creo en el amor

En las últimas semanas me he empeñado en decir que no creo en el amor, en su existencia y mucho menos en su poder. Mentí. Creo en él, me muevo por el, no lo sé hacer por nada más. Incluso sobrevivo estos tiempos gracias al amor.

Pero no sabía que mentía, hasta ahora lo descubrí. Lo único en lo que yo creo, cuando todo no tiene sentido, cuando la gente falla o se va, se trata de amor. Me refugio en el amor que sé que Dios me da, un amor que olvido cuando la tierra me llena de satisfacciones, pero que siempre está ahí, esperando por mi.

Si El me hizo a su semejanza, yo puedo amar como El, desinteresadamente, sin egoísmos, con entrega total. Así es el amor que he sentido, que siento, no lo sé hacer de otra manera. Hoy recordé que no hay necesidad de sueños si hay amor. No importan las tormentas si alguien te toma de la mano.

Me equivoqué al casarme sin amor y, aunque decidí amar, no lo logré. A pesar de eso, mi ex no podrá quejarse de que no estuve entregada a el, lo respaldé, lo consentí, le hacía la vida divertida, lo alentaba a ser mejor persona, lo apoyé y lo apapaché. De lo único que se quejará es de que no lo amé.

Hoy recordé que no soy incapaz de hacerlo. Soy tan capaz de amar que sobre estimé esa capacidad creyendo que a voluntad lo podía hacer. Pero no, el amor puede ser una decisión, pero algún lazo inicial debe existir.

Hoy me quité la venda y redescubrí que sé lo que es amar y que me maravillan los gestos de auténtico amor. Que la vida en pareja de verdad es una bendición de Dios. Que la complicidad entre dos es un gran momento. Que hacer las cosas por otros llena más el alma que hacerlas por uno mismo.

No me siento orgullosa por haberme equivocado, en realidad, estoy avergonzada. Con él, con Dios y conmigo. Ahora solo quiero parar este engaño y entregarme a una vida auténtica para mi, donde espero estar dispuesta, como hoy, a recordar que sí creo en el amor. Dios está conmigo, lo podré hacer.